Muchas veces caemos en la tentación de acumular cosas que queremos, pero que no necesitamos. Esto nos puede traer problemas de comprar compulsivamente, que se puede convertir en una adicción. Nos apegamos a las cosas materiales y es difícil despegarnos de ellas. Los primeros cristianos eran muy unidos, al punto que compartían todo lo que tenían.
¿Cómo estamos utilizando el dinero? ¿En cuáles tentaciones caemos, creyendo que nos hará feliz? ¿Cuánto de lo que tienes estás dispuesto a dar y a compartir? ¿Cuánto es lo máximo que puedes dar para el engrandecimiento de la obra de Dios?
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“Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.” 1 Timoteo 6: 9-10